domingo, 13 de abril de 2014

viejo, canoso, barbon...

El viejo corazón, una vez más adormecido, camina silbando alguna canción que se perdió en el tiempo, en su tiempo, observando las calles vacías y aflijidas, descansando en espacios incorrectos. De cuando en cuando llegan  a visitarlo unos ojos q tienden a ser como caramelos de limón; los pequeños espacios en Lima a veces pueden tener esos ojos de caramelo, tan improbables, a veces lejanos: ¿en dónde encuentras ojos de caramelo?, ¿en dónde t encuentran los ojos de caramelo? pero, el viejo corazón anda por las calles vacías buscando los q son como la luna nueva que, pareciéndose a todos, son en verdad distintos.

Una vez, cada año bisiesto, los ojos de la luna se cruzan con el viejo corazón, quien nunca tuvo suerte buscando, al viejo lo encuentran.

Entre calles silenciosas el canoso y barbón va quemándose las arterias con un cigarrillo, dando pasos al ritmo de sus latidos y a veces cree q no vale la pena seguir a pie, y en esos, sus momentos de angustia, reacciona y aunque sus pies se destruyan sigue adelante. Sabe q subirse a ese bus en donde a veces se suben los caramelos de limón lo llevará corriendo tan rápido por la vida q no se permitirá apreciar lo q pasa a su alrededor, ni observar detenidamente el paisaje.

Al bus de los ojos y corazones no se suben los ojos de la luna pues corren alto riesgo de morir, los ojos de la luna nueva son seductores espíritus libres y salvajes,  cazadores indomables q andan destrozando corazones por el tiempo y a su antojo pues es este su alimento, los descuartizan, los devoran y casi siempre los vomitan.

El viejo corazón no anda a la caza..., el viejo no va con cuidado..., el viejo no pretende defenderse..., el viejo sólo está esperando ser raptado por los ojos de la luna nueva, al deseo de ser devorado, al deseo de ser exquisito para no ser desechado.